- ¿Puede desabrocharlo con los guantes puestos?
Murmuró ella con voz apenas perceptible.
- Espere un minuto.
Le ordenó él, se colocó silenciosamente detrás de su espalda, se quitó lentamente primero un guante, luego el otro.
Ella contuvo la respiración hasta que los dedos desnudos de él la rozaron y entonces suspiró con alivio. Sus manos eran cálidas, y firmes, no como las había imaginado.
Una leve fragancia masculina emanó de la ropa de aquel hombre misterioso que la estaba atracando, activando confusos recuerdos en su mente y acariciándola con una extraña sensación de placer. Intentó en vano encontrar alguna lógica que explicara su reacción, pero solo pudo recordar con claridad aquel primer instante.. aquel instante.
El broche del collar fue desajustado con un sonido apenas perceptible, y ella, esperando que el se apartara , se sorprendió al sentir los dedos masculinos nuevamente sobre su espalda, rozándole la piel desnuda con suaves y dulces caricias. Volvió la cabeza con lentitud para enfrentarse al rostro enmascarado, y los ojos detrás de aquellas pequeñas aberturas se toparon con su mirada transparente e inquisidora.
- Mis manos han temblado ante la sola idea de tocarla
Susurró él con tono muy áspero
- Puede que haya cometido un error al hacerlo.
A partir de este momento , la tentación puede resultar ser muy difícil de resistir.. Agarró el collar con una sola mano y se perdió entre las sombras del callejón.
Al cabo de un mes recibió una carta en la que él le ofrecía restituir el collar de perlas, con la única condición de que fuera sola y le permitiera abrochárselo de nuevo.
Por primera vez en su vida se alegró de que le robaran también la cartera con los datos y direcciones.....
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